Apasra Hongsakula, a sus 76 años, es un símbolo de belleza y gracia atemporal en Tailandia. Alcanzando la fama a la tierna edad de 18 años, representó a su nación en el prestigioso certamen de belleza en 1965, cautivando al público con su elegancia y encanto.
Su viaje al estrellato comenzó cuando obtuvo su primera corona en un concurso de belleza universitario, para luego asegurarse el título de la primera reina de belleza de Tailandia. Esta victoria la impulsó al escenario mundial al competir por la corona de Miss Universo.
A pesar de enfrentar desafíos como las barreras del idioma y su altura de solo 1,64 metros, el aplomo, la sonrisa genuina y el comportamiento refinado de Apasra la hicieron querer por el público y los jueces. Su inesperado triunfo en el certamen internacional la elevó al estatus de ícono nacional, admirada por su inteligencia, belleza y conexiones reales.
En medio de propuestas de figuras prominentes y celebridades, Apasra decidió casarse con un primo de la Reina, asumiendo el papel de embajadora cultural incluso antes de casarse. Aunque sus matrimonios fueron efímeros, no disminuyeron su resistencia y vitalidad.
Hoy, Apasra sigue siendo una figura destacada en la sociedad tailandesa, ejerciendo influencia como miembro de la familia real. Se ha aventurado en exitosas empresas comerciales, incluida la propiedad de relojes Raymond Weil y un spa moderno en Bangkok. A pesar de ser abuela, su apariencia juvenil continúa asombrando a muchos, y algunos especulan sobre el secreto detrás de su belleza desafiante a la edad.
En un país donde la cirugía estética es apreciada, Apasra atribuye su apariencia juvenil a la estricta disciplina, la vida sana, dormir lo suficiente, el ejercicio regular y las meticulosas rutinas de cuidado de la piel.
Al desestimar las acusaciones de procedimientos cosméticos, sostiene que su brillo radiante es un testimonio de su dedicación a mantener un estilo de vida equilibrado.