A pesar de que Melania Trump no se encuentra entre las primeras damas más populares en encuestas recientes, el interés público en ella sigue siendo significativo. A lo largo de la presidencia de su esposo, Melania proyectó una presencia modesta pero digna y llamativa a su lado.
Optó por permanecer en gran parte apolítica, prefiriendo el trasfondo al centro de atención, y no mostró inclinación hacia la construcción de su propia carrera política, optando en cambio por entrevistas ocasionales y sesiones de fotos.
El estilo impecable de Melania la mantuvo constantemente en el centro de atención, ganándose la reputación de encarnar la estética por excelencia de la “esposa de multimillonario”.
Su boda con Trump ejemplificó esto, con su vestido de novia Dior meticulosamente elaborado durante más de mil horas, requiriendo 90 metros de tela, cuatro metros para la cola y adornado con kilogramos de cuentas, pedrería y perlas.
En los últimos años, la apariencia de Melania ha sido objeto de mucha especulación sobre posibles cirugías plásticas. Los observadores notan su apariencia aparentemente desafiante a la edad, lo que suscita preguntas sobre si se ha sometido a procedimientos cosméticos.
Si bien Melania niega tales afirmaciones, el escrutinio público persiste, y algunos señalan los cambios percibidos en la forma de su nariz y la tez constantemente tersa y sin arrugas.
Los análisis de la juventud de Melania revelan una apariencia diferente, y muchos notan sus rasgos naturales antes de las presuntas intervenciones.
Las imágenes de sus primeros días como modelo muestran un rostro limpio y sin alteraciones, lo que lleva a algunos a creer que su apariencia actual es el resultado de mejoras quirúrgicas a lo largo del tiempo.
Cabe destacar que el parecido de Melania con su madre en su juventud ha evolucionado significativamente debido a estas alteraciones percibidas.