Nacemos casi ciegos, nuestros ojos duelen por el exceso de luz y se cierran solos. Y luego, cuando se abren, comienzan a cambiar y así sucesivamente por el resto de nuestras vidas. Los ojos de las personas mayores son opacos porque su energía se ha agotado y su viaje por la vida está llegando a su fin. ¡Y por eso los ojos más interesantes, los más inusuales son los de los niños, que arden con su luz interior!
El fotógrafo Abdullah Aydemir, quien tomó estas magníficas imágenes, vive y trabaja en Estambul. Una ciudad de contrastes, un cruce de caminos del mundo, donde hay barrios pobres y ricos, donde los gatitos callejeros son respetados y donde puedes encontrar personas de todas las nacionalidades. Y sus hijos, por supuesto, a los que Abdullah está cazando. Porque los mejores y más interesantes modelos no están en el estudio, sino en la calle, solo necesitas encontrarlos.
El propio fotógrafo considera las miradas brillantes de los niños como algo así como faros que deberían atraer la atención de almas perdidas y cansadas. Porque a una edad temprana todo parece grande e interesante, el futuro excita la imaginación, quieres crear, moverte y simplemente vivir. De ahí el estallido frenético de energía que ilumina los ojos de los niños. ¡Los adultos no pueden y no quieren, y por nada del mundo! ¡Por eso necesitamos a los niños como recordatorio, como ejemplo de para qué es la vida!
Se puede ver que la mayoría de los niños en la foto están sucios, con rasguños, moratones y abrasiones. Porque un niño pequeño no sabe quedarse quieto y no presta atención a tales nimiedades. Estas son fotos reales de la vida, los niños no están lavados, no están preparados para la sesión de fotos, y a menudo también parecen sorprendidos. ¡Por eso las emociones son tan sinceras, y la luz de sus ojos es real!
